La cerca de Chesterton, el nudo Gordiano y la toma de decisiones

Resumen:

Los acrónimos en inglés tipo FOxO están inundando los medios de comunicación desde hace tiempo. Hoy te hablo de uno de ellos y de cómo gestionarlo eficazmente.

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Terminamos el post anterior hablando de como ver el error como algo no necesariamente evitable y sobre cómo tratarte mejor cuando te equivoques.

FOBO, y su hermano FOMO (del cual hablaremos en otro post más adelante), son acrónimos anglosajones que denomino personalmente como términos FOxO y que comparten que ambos se basan en el miedo hacia algo.

Pero ¿qué es el FOBO?

FOBO es el acrónimo de Fear of Better Options, y ocurre cuando la toma de decisiones llega al punto de bloquearte por miedo a perder una opción mejor.

El estancamiento o el permanente retraso en decidir acerca de pequeñas situaciones diarias (qué desayunar, que vestir, que modelo de último gadget comprar, etc.) puede parecer inocuo, pero sus consecuencias pueden ser nefastas si ello te imposibilita para tomar decisiones más importantes.

Para elegir algo hay que dejar ir otra cosa, así que preferimos no decidirnos y mantener abiertas todas las opciones por si aparece otra oportunidad mejor.

Este fenómeno puede provocarnos ansiedad, estrés e incluso parálisis emocional.

El FOBO no es nada nuevo, nos ha ocurrido a lo largo de generaciones, pero actualmente, con la cantidad de información y opciones al alcance de la mano, esa indecisión crónica se ha acentuado todavía más, sobre todo entre los más jóvenes, debido sobre todo, a los usos tóxicos de las redes sociales.

En lo profesional esta indecisión puede limitar oportunidades, ya que posponer decisiones importantes retrasa o bloquea nuestro desarrollo profesional.

A nivel social, esta dificultad puede llevar al aislamiento, porque puede causarnos miedo a comprometernos o equivocarnos o por el contrario puede hacer dejemos en manos ajenas la gran mayoría de decisiones que nos afectan.

Las generaciones más jóvenes son las más vulnerables puesto que enfrentan un exceso de opciones en todos los ámbitos y el uso constante delas redes sociales no mejora esta situación, ya que es el caldo de cultivo perfecto para la comparación constante, lo que incrementa el miedo a no elegir la mejor opción.

Tener demasiadas opciones no siempre es bueno.

Puede ser un lujo para quien ha desarrollado una cierta seguridad y determinación, pero para otros puede incrementar la dificultad de tomar decisiones y alimentar la confusión.

En coaching decimos que si solo tienes una opción estás perdido y si tienes dos estás ante un dilema porque te quedarás con la sensación de que pierdes la que deseches. Por ello sugerimos al cliente que al menos encuentre tres opciones.

No existe una estrategia única para superar el FOBO, dependerá de cuál es la razón que causa la situación.

Por lo tanto, es de vital importancia conocer nuestra mentalidad y explorar qué mecanismo está detrás de este fenómeno.

Lo primero de lo que se debe tener conciencia, como vimos en el post anterior, es que no existe una decisión correcta al 100% y equivocarse es parte del aprendizaje, aunque no sea una lección agradable.

A fin de aportar mi granito de arena a la mejora de la toma de decisiones, ya sea porque sufres FOBO o eres dubitativo por naturaleza, te comparto los siguientes métodos que espero te sean de utilidad.

Una de ellas es aprender a limitar y reducir de forma deliberada el número de alternativas (con un mínimo de tres) para simplificar el proceso y, adicionalmente, establecer un tiempo límite para tomar decisiones y obligarnos a actuar.

Otra simple regla general es la llamada cerca de Chesterton, que sugiere que “nunca se debe destruir algo, cambiar una regla o alterar una tradición si no se comprende porqué se creó en primer lugar”.

Es, en cierta manera, una cura de humildad al criticar y querer reformar desde políticas o instituciones, hasta costumbres familiares, protocolos laborales o líneas de código en programas informáticos. La idea es que sólo cuando sabes cuál era el propósito de algo ya existente, puedes decidir si aún es necesario, si se debe modificar o sencillamente omitir.

Por ejemplo, al intentar cambiar malos hábitos, a menudo fracasamos al no tener en cuenta que estos no aparecen de la nada, generalmente evolucionan para saciar una necesidad insatisfecha. Si no se tiene en cuenta ese aspecto, aunque se logre eliminar un hábito, quizás sea reemplazado por otro más nocivo.

Un claro y trágico ejemplo de mala decisión que se hubiese evitado considerando la cerca de Chesterton, es el exterminio de gorriones en China como parte de la Campaña de las cuatro plagas del proyecto Gran Salto Adelante (1958 a 1962) de Mao Zedong. Se sospechaba que los gorriones robaban granos de los campos de cultivo, así que millones de chinos hicieron todo lo posible para eliminarlos, con tal éxito que la población de gorriones llegó al borde de la extinción en China. La población de langostas, en cambio, sin gorriones que la controlara, se disparó y se convirtió en uno de los detonantes de la Gran Hambruna China, uno de los mayores desastres provocados por el hombre en la historia.

A veces, por más que quieras, no te puedes dar el lujo de examinar cada decisión.

En esos casos, quizás vale más la pena invocar a Alejandro Magno que a Chesterton.

Según la leyenda, cuando Alejandro conquistó Frigia (parte de la actual Turquía) lo retaron a que desatara el nudo gordiano (llamado así por el rey Gordias, quien lo usó para atar su carro), que era tan complicado que un oráculo había declarado que quien pudiera deshacerlo estaba destinado a gobernar toda Asia. Alejandro lo intentó por unos instantes hasta que se colmó su paciencia. Entonces, declaró que no importaba cómo se lograba, sacó su espada y lo cortó de un solo golpe.

Lo importante es saber si estás ante una cerca de Chesterton o un nudo gordiano y, entonces, actuar con una decisión más meditada o más rápida.

Por último, otra estrategia es denominada como “de las puertas reversibles”.

Algunas decisiones tienen consecuencias y son irreversibles o casi irreversibles (puertas de un solo sentido) y estas decisiones deben tomarse de manera metódica, cuidadosa y lenta, con gran deliberación y consulta. Podemos llamar a estas decisiones Tipo 1.

Afortunadamente, la mayoría de las decisiones no son así: son cambiables, reversibles, son puertas de doble sentido. Llamaremos a estas decisiones Tipo 2.

Si has tomado una decisión de Tipo 2, no tienes que vivir con las consecuencias por tanto tiempo. Puedes volver a abrir la puerta y volver a cruzar.

¿Es la solución que le vas a dar a un problema fácilmente reversible?

En ese caso, puedes hacer cambios rápidamente con información imperfecta y ver qué pasa. Es decir, puedes permitirte experimentar para tener más información. Puedes preguntarte ¿qué es lo peor que puede pasar?

Si es irreversible, conviene recopilar información, aunque el proceso se ralentice y conlleve un costo.

 

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